Y un día le miramos, o
queremos mirarle. Un día intentamos descubrir a la persona que esa imagen
representa, al ser humano que hay detrás, como suele decirse, detrás de ese
recuerdo recurrente que hemos visto miles de veces, cada recuerdo solapando el
anterior en una interminable cadena de olvido. Lo único que podemos ver es el
silencio. En los ojos, en la boca, en el gesto de las manos. Una humanidad
completamente ajena que nos da la espalda, nos desprecia. La imagen de nuestro
presente.
Curiosamente, las
biografías políticas que he encontrado asociadas a ese ser humano no llegan más
allá de 1978. Me pregunto quién fue, cómo era su imagen, la imagen de un hijo
de militar, ingeniero industrial, supernumerario del Opus Dei, en ese tiempo anterior
a todo. Miremos a la realidad. A la nuestra y a la que él quiere construir a
nuestro alrededor con su nueva ley. Tal vez así nos haremos una idea. Sería un
primer paso, pues no olvidemos que las ideas son armas.