20/9/21

El crimen del soldado o la rebelión posible

Leer El crimen del soldado, del escritor italiano Erri de Luca, es una experiencia intensa emocional e intelectualmente. Su prosa lírica, de una belleza breve que te arrastra hacia realidades esenciales de un carácter marcadamente físico, terrenal y corpóreo, abre un paisaje de significados tan vasto como concreto. Contar las olas del mar desde la orilla, o los abetos nevados en la ladera de una montaña, en invierno, a pie de valle.

Como propuesta estética es casi una declaración de principios. Novela corta no es aquella que cuenta menos o que relata historias de menor calado. Es aquella que cuenta más, con menos, con lo esencial, logrando la frase justa que representa por si misma un mundo entero.

Así es El crimen del soldado, historia de vida de la hija de un criminal de guerra nazi, de la relación con su padre, que representa, se podría decir, la relación de los europeos con su propia historia y con su pasado. A la banalidad del mal le sigue la banalidad del castigo, imposible de infligir a quien considera la derrota su único crimen.

Oculto bajo el uniforme de cartero, reparte el correo en el Centro Wiesenthal de Viena, donde su nombre real, desconocido por su hija, es uno más en la lista de criminales buscados por el famoso cazanazis. Ella se desnuda todos los días para posar ante los alumnos de la escuela de arte, tal vez la misma escuela que pudo cambiar el curso de la historia de haber aceptado al joven Hitler como alumno. El desnudo es un acto de rebeldía contra ese hombre uniformado que nunca lo ha dejado de ser, soldado o cartero. Se despoja de todo uniforme, de todo vestido, como víctima de una circunstancia familiar que ella no ha podido escoger, como lo hacían las víctimas judías del nazismo antes de entrar en la cámara de gas ante la fría mirada de los uniformados SS.

Pero si la fuerza lírica de la prosa de Erri de Luca provoca un impacto emocional muy apegado a la contradictoria naturaleza del personaje, quien se revela contra su padre sin ser capaz de abandonarle ni de denunciarle, no es menos relevante el recurso a una estructura circular que parte de un episodio narrado por el propio autor en primera persona. El encuentro fortuito con la mujer y su padre dará paso a la historia narrada también en primera persona por la hija del soldado criminal. Esta segunda historia termina precisamente donde empieza la novela, en un final abierto que no solo nos remite a un futuro posible que es a su vez una posible redención, sino que enlaza la ficción con el testimonio, el personaje creado con el creador, el ardid del cartero con nombre falso y pasado desconocido con la realidad de los campos de concentración y el exterminio en masa.

No es fácil encontrar en apenas cien páginas de literatura europea, una reflexión tan humana y profunda sobre una Europa que sigue siendo, aun hoy, la hija de un pasado que espera su castigo.