25/9/14

Gente que no importa

Nada puede haber más difícil de imaginar que el dolor de un padre o una madre al perder un hijo. No hay palabras, pero tampoco imágenes que puedan transmitir su devastación interior.

En el funeral, el rostro del padre de Michael Brown, joven asesinado por la policía en Ferguson, Missouri, expresa la entereza compartida, la indignación solidaria de una comunidad devastada (un afroamericano muere a manos de la policía cada 28 horas en EEUU). Es la comunidad de la gente que no importa, aquellos sobre quienes el poder y sus leyes ejercen violencia impunemente.

Para ese padre o esa madre, que es todos los padres y todas las madres, la solidaridad tal vez sea una tabla de salvación que les servirá para nadar en su dolor. La lucha colectiva emprendida por la comunidad, el único recurso ante el poder y su violencia.  

Ferguson está compuesta por un 67% de población afroamericana, pero el gobierno municipal y el 90% de sus policías no lo son. Esta contradicción se basa en la desafección de un grupo de ciudadanos hacia un sistema que les ignora. Los afroamericanos no votan, solo un 6% de ellos frente a un 17% el resto. El sistema ha conseguido que asuman el papel que para ellos se reserva: negros, pobres, ignorantes, ignorados.

Ante la dignidad de ese padre, la misma que expresan los manifestantes en las calles, el gobierno de blancos, ricos e importantes solo tiene una respuesta: la militarización. Señal de que no están dispuestos a ceder ni un palmo de su poder. Seguirán ignorando a la gente que no importa hasta que nos demos cuenta del poder de un rostro, que es todos los rostros.     

Artículo publicado en la revista La Hiedra