Pero también hay que indagar en las realidades ocultas detrás de toda esa información. Ya no se trata de sacar un espejo a la calle para describir fielmente aquello que se refleje. Hay que escribir con rayos X en los ojos para reproducir una radiografía, una imagen espectral que revele imperfecciones y heridas que no se ven a simple vista. La literatura no debería ser uno más en un torrente de discursos y opiniones tan verdaderas como falsas al mismo tiempo. De ahí la necesidad de un realismo más reflexivo, más especulativo incluso, y mucho, mucho más ideológico.