25/9/20

Utopías 2020 #02

La felicidad ante una hogaza de pan recién horneada. El anhelo de esa felicidad, un estado del espíritu siempre escurridizo. Nadie ha representado mejor ese anhelo como Charles Chaplin comiéndose una bota como si fuera el distinguido comensal de un restaurante disfrutando de las exquisiteces del chef. Una imagen de la felicidad que muestra a su vez la crudeza de las diferencias de clase. El hambre y la miseria propician el esperpéntico intento de alimentarse de cuero viejo y cordones. Constituye también un grito irreductible que anuncia el inalienable derecho de todo ser humano a la felicidad. ¿Podríamos definir de mejor manera la utopía?

Hay un momento en El pianista, la película de Polanski, en el que resuenan ecos de la de Chaplin. Cuando Szpilman, abandonado en un piso franco de la resistencia en el cual debe pasar desapercibido sin hacer ningún ruido, muerto de hambre como Chaplin pues nadie le lleva comida, toca un piano invisible y mudo. Es un esfuerzo por rememorar no solo el mercado de alimentos en el cual emerge al escapar del gueto, si no también y sobre todo su propia identidad como músico, diluida poco a poco por el proceso de limpieza étnica puesta en marcha por el aparato represivo nazi. La utopía es siempre aquello que nos mueve hacia la felicidad a través de las circunstancias que nos ha tocado vivir.