7/9/21

La tumba de Victor Serge. Reseña de Resistencia. Una hoguera en el desierto


Cuando Víctor Serge murió en México, en 1947, su hijo Vlady no tenía dinero para pagar el entierro. Fue necesaria una colecta entre militantes del POUM exiliados. Diez años más tarde, los restos se trasladaron a una fosa común.

¿Por qué escribir un nombre? En este poema, Serge recuerda el cementerio de Kok-Tebal y las austeras tumbas de los tártaros, decoradas con una simple piedra. No necesitan más, los muertos. Memoria, y a través de la memoria, reconocimiento, justicia.

En la sociedad de clases, la muerte es un negocio y los ricos mausoleos un recordatorio del poder de la burguesía. Mármol y piedra tallada ocultan con su barroquismo y su imaginario religioso la explotación de la que surge ese poder.

Serge incluyó ¿Por qué escribir un nombre? en su libro Resistencia. Una hoguera en el desierto. Escribió el manuscrito original durante su cautiverio en Oremburgo, entre 1933 y 1936. Al salir de la URSS, gracias a la presión internacional y a la intervención directa ante Stalin del escritor Romain Rolland, este y otros tres manuscritos le fueron confiscados y desaparecieron. Serge recompuso Resistencia de memoria, y añadió otros poemas para completarlo. Se publicó en París en 1938.

La muerte atraviesa sus páginas. La muerte agazapada en un pasado que nos persigue, que se hace presente, que sepulta el justo deseo de futuro. Pero en el desierto, bajo el hielo también, el fuego sigue ardiendo. Es el recuerdo emocionado de los revolucionarios, compañeros y compañeras de Serge en su compromiso militante, que perecieron víctimas de la represión estalinista después de tantos años de lucha. Los paisajes del destierro, en Oremburgo, escenario de los primeros poemas del libro, son el mausoleo de esos hombres y mujeres, de su derrota.

La deportación alejó a Serge del fragor del activismo, le hundió en la miseria y a su mujer en la locura, pero le acercó a la literatura. Él mismo reconoció que nunca le había dedicado tanto tiempo y esmero. Esas obras se perdieron, pero en un acto de memoria, revolucionario como la memoria misma, recuperó esos lugares, esa mirada. Recuperó, claro, lo que pudo.

El realismo lírico de Serge convierte los escenarios de un drama humano y político en un refugio para la nostalgia, arropada por una naturaleza exuberante, grandiosa, como “vastos horizontes, puras lejanías ligeras, dulces hierbas de las que sube una vibración de calor. Vasto, vasto cielo olvidado, cielo cegador” bajo el cual el ser humano arrastra su condición. En esa naturaleza, el duro trabajo y el sudor constituyen por igual anhelo y sufrimiento.

Víctor Serge tenía prohibido trabajar y malvivía de lo poco que ganaba con la publicación en Francia de algunos de sus textos. Pero él trabajó. Trabajó en cuatro manuscritos como nunca antes había trabajado en sus manuscritos. La literatura como refugio, la memoria como reivindicación, rebeldía, revolución silenciosa. Gracias a Resistencia, esos tres textos desaparecidos siguen siendo una hoguera en el desierto, el fuego que arde bajo el hielo, la memoria de un futuro más necesario que nunca.