18/6/22

La sonrisa de Charles Chaplin. Reseña de Judíos sin dinero, de Michael Gold


Michael Gold, de nombre Itzok Isaac Granich, fue un militante comunista de origen rumano y familia judía que dedicó su vida a la publicación de revistas izquierdistas como The Liberator o The New Masses. Su padre llegó a Estados Unidos desde Rumanía con sueños de grandeza, pero acabó vendiendo plátanos en la calle, tiritando de frío y con la vergüenza de quien se cree un fracasado en la tierra de las oportunidades. La América de principios del siglo XX era tierra de oportunidades para quien poseyera recursos y careciera de escrúpulos, pero la mayoría de inmigrantes se hacinaban en el Lower East Side de Nueva York, o en barrios parecidos, sufriendo la explotación y la miseria que hoy podemos apreciar también en los cuerpos de las personas refugiadas que son tratadas a patadas por la opulenta Europa.

Charles Chaplin creó su personaje de ese mismo barro, y le dotó de una humanidad rebelde en toda su pureza, la de un pícaro que sobrevive como vagabundo para huir de las obligaciones de una vida que no da nada a cambio de nada. El joven Michael ve la sonrisa de Chaplin en su padre, un día que se encuentra con él en la calle al lado de su carrito de vendedor ambulante. Esa imagen, la que ve el hijo en el padre, es en realidad el reflejo de su propia rebeldía, una sed de libertad y de justicia que descubrirá al quedar atrapado en la cruel rueda de los empleos precarios, poco tiempo después. Michael no huirá por los caminos para mendigar o hurtar un mendrugo de pan mientras se escabulle a cámara rápida de un bigotudo policía o de algún grandullón aprensivo. Su camino será el de la Revolución, anhelo y esperanza de una América, un capitalismo diríamos mejor, sin otro sueño que la miseria y la explotación.

¡Oh, Revolución, que me obligó a pensar, a luchar y a vivir! ¡Oh, gran despertar! Así termina la única novela que Michel Gold escribió y publicó a principios de los años treinta. Una novela titulada Jews Without Money, que se convertiría en un bestseller y se traduciría a 14 idiomas, incluido el español. Única novela, novela única, que no solo proclama el compromiso que alejó a su autor de la literatura de ficción para atarle al periodismo de combate, también retrata, en clave autobiográfica, la vida de los inmigrantes recién llegados a Estados Unidos que malvivían en barrios como el Lower East Side de Nueva York. Con un lirismo conciso y apegado a la realidad que describe, desde dentro, la novela desgrana a través de las vivencias de su autor la pobreza y las luchas cotidianas, la dignidad y la derrota sangrante, la maldad y la entereza, la avaricia y la pérdida, el miedo y la resistencia de una generación y una clase atrapada entre la nostalgia y las expectativas no cumplidas.

Pocas novelas me han producido tanto placer al leerlas como esta. Un placer literario que no surge únicamente de la belleza del lenguaje ni del estilo narrativo, sino de la capacidad para inspirar ternura hacia los personajes y su mundo, sin idealizarlo, al mismo tiempo que evoca con crudeza unas experiencias vitales que convirtieron al pobre niño judío en lo que luego fue. Un revolucionario.