9/3/23

Algunos apuntes antes de las elecciones en la Comunidad de Madrid de 2021 mientras leo a Mark Fisher


MADRID ES ESPAÑA Y ESPAÑA ES MADRID
Un juego aritmético sin connotaciones separatistas. En el parlamento español PSOE y UP suman 155 escaños, PP, VOX y Ciudadanos suman 151. Si extirpáramos de la cámara todos los escaños catalanes y vascos nos quedaría un parlamento de 284 escaños, 129 de PSOE y UP y 144 del bloque PP, VOX y Ciudadanos, por encima de la mayoría absoluta de 143. Visto así, ¿la afirmación de Ayuso no parece tan absurda, verdad?

UNA CUESTIÓN DE CLASE O LA EMERGENCIA DE LOS ANGRY GOLF-BOYS
En la Comunidad de Madrid existe una clase alta y media-alta bastante numerosa, híper ideologizada, híper movilizada e híper violentada ante una pandemia que básicamente les ha impedido ir a jugar al golf o escaparse a sus segundas (o terceras, o cuartas...) residencias marbellíes, sin importarles lo más mínimo el sufrimiento de quienes no alcanzan su nivel de vida (léase usuarios de la sanidad pública en general).

Por un lado llevan años beneficiándose directamente de las políticas del PP, por otro sienten una rabiosa afinidad por y con Ayuso como punta de lanza contra un gobierno que no representa la correlación de fuerzas puramente española (ver el “juego” aritmético más arriba) y que ¡JODER! no les ha dejado ir a jugar al golf.

PEQUEÑA TEORÍA DEL CABALLO DE TROYA
Me da la sensación, y este punto se basa en una mera especulación no sin fundamento, que existe una significativa bolsa de votantes fieles al PP entre las clases populares o la clase media-baja vinculados a sectores como el de la construcción, que los sucesivos gobiernos de la Comunidad han ido alimentando como al tren de los hermanos Marx, al grito de MÁS MADERA y a costa del desmantelamiento de lo público. A estos podríamos sumar ahora el sector de la hostelería, restaurantes y bares, lugares de encuentro además de toda índole de tertulianos cañí.

¿DESMOVILIZADOS?
Pero el problema real se encuentra en la desmovilización del voto de izquierdas, asociada a la desmovilización del voto en los barrios populares. Decía Enric Juliana que en la izquierda madrileña hay una pulsión de derrota. Yo puntualizaría que esta pulsión no tiene que ver con unos liderazgos partidistas hundidos hasta el cuello en el pantano de las encuestas, sino con la sensación extendida de que votar, y especialmente votar a la izquierda, no sirve para nada. No ha servido para nada que el PSOE ganara las pasada elecciones a la Comunidad, no sirvió para nada el gobierno de Carmena en la capital y no sirve para nada que gobierne el estado una coalición de PSOE y UP.

Sé que es una nada un tanto resbaladiza y que habrá quien se rasgue las vestiduras ante tal afirmación. Diré que al menos ha servido para dos cosas, para que no gobierne la derecha (ya es algo) y para impulsar un nuevo liderazgo en UP encarnado en la figura de Yolanda Díaz, cuya mayor virtud es caerle un poco mejor que Pablo Iglesias a la Patronal.

DE LA PULSION DE DERROTA A LA PULSION DE MUERTE
Y llegamos a Mark Fisher. Empezaré con una cita: “El capital es un parásito abstracto, un gigantesco vampiro, un hacedor de zombies”. Me temo que la izquierda va a caer en la trampa de agitar el miedo a la derecha y la extrema derecha (cuéntanos algo que no sepamos), de contraponer su gestión de la pandemia a la gestión de Ayuso (pero por favor, esta señora ha construido un hospital, ¿tan difícil es entender, decía Almeida, que es una buena noticia para Madrid la inauguración de un nuevo hospital público? No, no es tan difícil. ¿Qué estrategia de comunicación tiene la izquierda contra ESO?) y de agitar las mínimas reformas de escaso alcance emprendidas por el gobierno de coalición. No creo que sirva de mucho.

Otra cita de Fisher respecto al movimiento anticapitalista (antiglobalización, altermundista,...): “Al mostrarse incapaz de oponer un modelo político-económico coherente, hizo cundir la sospecha de que el objetivo del movimiento no era erradicar el capitalismo, sino solo mitigar sus excesos.” Esta afirmación vale también para lo que Podemos ha significado para el 15M. La integración de la izquierda en la lógica de la democracia representativa liberal la ha convertido en un zombie, un muerto viviente que se cree vivo porque huele a vida sin darse cuenta de su avanzado estado de descomposición.

PERO... ¿DÓNDE ESTA LA VIDA?
Hay dos lugares en Madrid donde se lucha por la vida como valor político. Uno es el estadio del Atlético de Madrid, reconvertido en centro de vacunación masiva. Las imágenes de Ayuso y su séquito paseándose entre vacunadores y vacunados emiten una aura de victoria inenarrable. La otra batalla también la estamos perdiendo y tiene lugar como cara B de la primera. El desmantelamiento del Espacio Vecinal de Arganzuela, de la Casa de Cultura de Chamberí o del Medialab Prado es un ataque no solo a los espacios de organización vecinal y de base, sino también a lo que ha sido durante la pandemia la solidaridad organizada entre la gente de abajo. La solidaridad en los barrios de Madrid y el compromiso de quienes la han articulado, se han percibido seguramente como algo mucho más útil que las innumerables broncas parlamentarias entre el gobierno y la oposición.

RESISTIR, VOLVER A VIVIR
Nos queda resistir. Pese a todo no podemos ser indiferentes ante la más que probable mayoría absoluta de la dupla PP-VOX. Hay que votar y animar a votar, no dejarse arrastrar por la pulsión de derrota porque en la cadena de producción y de precariedad posfordista, tardocapitalista o como queráis llamarlo, en que se ha convertido la vida en la capital de la España de los 144, el capitalismo siempre tendrá la posibilidad de apretarnos más las tuercas.

Pero no basta. También hay que volver a luchar por la vida, hay que recuperarla de los escombros del neoliberalismo, hay que reconstruir espacios de solidaridad que vayan más allá de las elecciones, de las listas electorales, de los programas, de la unidad entre partidos o de cualquier otro de los fetiches de la izquierda zombie.

Partir de dos principios básicos. El primero, que la única correlación de fuerzas realmente determinante es la de la lucha de clases en su sentido más amplio (del movimiento obrero, del ecofeminista, del movimiento por el derecho a la vivienda, del movimiento vecinal...). El segundo, que si no tenemos una alternativa, ese “modelo político-económico coherente” de oposición al capitalismo como reivindicaba Fisher, no tenemos nada. La izquierda zombie lo es no por otra cosa, una izquierda sin una alternativa no puede más que dar vueltas dentro de una habitación chocando con los muebles y contra las paredes, porque huele a vida y no sabe de dónde viene el olor.