9/3/23

La Comuna según Peter Watkins


La cámara cruza la puerta de un plató de cine y se acerca a dos actores vestidos con ropa del siglo XIX. Son un hombre y una mujer, nos miran directamente, explican los personajes que van a interpretar en la película que estamos a punto de ver. Una película de casi 6 horas (la versión en Filmin dura 3:45) sobre la Comuna de París. Pero estamos en el año 2001. Dos años antes, las imágenes de las protestas contra la Organización Mundial del Comercio en la ciudad de Seattle inundaron los medios de comunicación. El año 2000 fue el turno de Praga. El movimiento antiglobalización fue tal vez el primero de la historia con un seguimiento mediático de gran alcance. ¿Qué hubiera pasado si una televisión comunal y otra oficial hubieran cubierto en directo los hechos que sacudieron París y Francia desde el 18 de mayo al 28 de marzo de 1871?

La historia no deja de ser nunca una hipótesis, de lo que fue, de lo que somos en el momento de elaborar el relato, de lo que prefiguramos para el futuro con ese relato. Peter Watkins, el director de esta hipótesis en formato película, construye un artefacto complejo de una intensidad desbordante donde el tiempo juega un papel determinante. Si para una película de 90 minutos se puede llegar a rodar durante 45 días o más, que para 360 horas de metraje se rodara durante 13 días da cuenta de lo que seguramente fue un fructífero proceso de implicación colectiva. Implicarse para poder dar vida, a la par que narrar, uno de esos acontecimientos efervescentes del pasado partiendo de una reflexión desde el presente.

Así como el presentador y la presentadora de la televisión comunal que cubrirá la actualidad de 1871 en el distrito XI de París, nos destripan el mecanismo fílmico desde el primer momento, el resto de actores y actrices hablarán indistintamente como los personajes que interpretan y como ellos mismo, mezclando en sus declaraciones representación y vida. ¿Qué harías hoy en esta situación? les preguntan mientras defienden las barricadas de las tropas de Versalles. Un mensaje directo a quienes asistían en ese momento a la retransmisión de los acontecimientos de Génova, Gotemburgo, Barcelona...

Lo que algunos llaman “melancolía de izquierdas” queda hecho trizas ante la arrolladora fuerza creativa de un cine radical en todos sus aspectos, que no solo trasciende el paradigma aristotélico hegemónico en la ficción, sino que también deja atrás el modelo de cine de autor frío y contemplativo, provocando en el espectador una respuesta emocional que apela más al intelecto que al recurso de la identificación.

La comuna es la última película de Peter Watkins. Desconozco el motivo. Sea como sea, ante la situación política actual, La Comuna de París sigue ofreciendo preciosas lecciones para quienes queremos cambiar el mundo. La película de Watkins constituye una herramienta fundamental para comprender el significado de esas lecciones, en un presente que aún debe conquistarse para seguir imaginando el futuro.