28/4/19

Y sin embargo, VOTAR

Hoy es día de elecciones, también un remanso entre campañas. Termina una, empieza otra. Se abrirá un proceso complejo durante el cual se cruzarán tres contiendas electorales con las negociaciones para formar un nuevo gobierno. Nada de eso tiene que ver con la política real. La política real tiene dos campos. El de los pasillos y reservados, las reuniones a puerta cerrada, conversaciones secretas (y no tan secretas) entre prohombres de la patria cuya influencia y poder en el ámbito del estado y la economía, les convierte en garantes de un sistema de dominación de clase. El otro campo es el de la gente de abajo que se organiza, de forma abierta y pública, para resistir esa dominación. El movimiento feminista, la PAH, el movimiento sindical hoy en día depauperado, los chalecos amarillos en Francia, las movilizaciones contra la desidia de la clase dominante frente al cambio climático, y un largo etcétera que se alarga hacia el pasado, el presente y el futuro.

Y sin embargo, hoy es día de elecciones. El momento 15M ha pasado. Ha pasado por muchas razones. Una de ellas es que no entendimos su impugnación a la democracia representativa. No nos representan, gritaban las plazas. La soberbia nos llevó a pensar que se trataba de sustituir unos representantes por otros, dejando de lado una certera crítica a un sistema que nos obliga a derrochar tiempo y energías en una lucha alejada cada vez más de nuestro campo, el de la gente de abajo.Hemos vuelto al enfrentamiento entre izquierda y derecha, en manos de figuras mediáticas y expertos en marketing político y consultores como el inefable Ivan Redondo. Son tiempos de reacción, consecuencia de múltiples derrotas, fracasos, claudicaciones.

Y sin embargo, VOTAR. Desgraciadamente, miles de personas que creyeron en la posibilidad de impulsar un cambio en sentido democrático y social, solo piensan ahora en minimizar los daños, un objetivo raquítico que ahoga las últimas chispas de ilusión del periodo 15M. Es la realidad. La realidad a la que nos enfrentamos.


Seamos realistas, pidamos lo imposible, gritaban los revolucionarios en el mayo del 68 francés. Hay que votar precisamente para ser realistas, para frenar el impulso de una reacción que hoy por hoy no puede asimilarse a un solo partido, sino a tres facciones dispuestas a todo y que no tendrán problemas en ponerse de acuerdo para hacer lo que la derecha social (estructuras no democráticas de estado, poder económico, poder financiero, poder mediático) han hecho en este país ininterrumpidamente desde casi 1939: unirse para ejercer su dominación de clase.


Votar a la izquierda, hoy, es un acto de resistencia.