7/12/22

Retazos de una vida. Reseña de La vida de las estrellas de Noelia Pena


Viviendo en una gran ciudad como Madrid o Barcelona, resulta muy difícil ver las estrellas. Cuando anochece, la contaminación y el exceso de iluminación artificial impiden distinguir a duras penas algunos puntos de luz mortecina diseminados por un firmamento de un azul oscuro tirando a gris. Lejos de la urbe, en una zona elevada en la montaña por ejemplo, al levantar la mirada por la noche es fácil sentirse abrumado por un paisaje exuberante de infinitos farolillos que brillan con distinta intensidad sobre un fondo de una negritud tridimensional.

La dificultad estriba entonces en distinguir las pocas constelaciones que la mayoría de la gente conoce. Nos encontramos ante una amalgama de astros cuya luz viaja distancias inimaginables para impactar en nuestras pupilas, dilatadas en la oscuridad. Algunos son planetas, otras son estrellas algunas de las cuales ya han muerto en el momento de ser vistas desde la tierra. En un único instante, confluyen lugares y tiempos distintos, tan alejados y a la vez coincidentes en los ojos de quien mira.

Si las vidas fueran estrellas, la segunda novela de Noelia Pena sería ese punto en el que confluye su luz. La vida de las estrellas configura una constelación de personajes alrededor de una astro principal, Isabel, cuya vida nos llega a través de retazos dispersos por el firmamento: fragmentos breves de recuerdos, narraciones, confesiones, diálogos, recursos diversos en tiempo y persona cambiante que confluyen en un momento de lucidez, para Isabel pero también para quienes se atreven a alejarse de la metrópoli, saturada de estímulos tan deslumbrantes como cegadores, para observar el cielo (la vida, la literatura) desde un lugar elevado en la montaña.

La novela reproduce también un viaje parecido, el de Isabel, atrapada dentro de una vida que la consume, ante la cual parece derrumbarse, una vida que cree haber elegido pero que corresponde a todo lo que siempre se ha esperado de ella, como mujer, como esposa, como madre. Poco a poco esa vida la va minando hasta el punto que solo es capaz de verse a través de los ojos de los demás. Puede que esté encerrada en un centro psiquiátrico, o puede que el centro sea una metáfora de esa vida supuestamente cómoda y segura que le corresponde vivir, en la que fracasa (no sabe planchar, no sabe cocinar).

Pero el firmamento es mucho más amplio, y a pesar de la violencia implícita (y explícita) que sufre, Isabel se agarra a la cordura que le niegan quienes esperan de ella que cumpla con su papel, como ha hecho siempre, para recuperar del pasado una nueva fuerza y escapar, empezar de nuevo, volver a brillar. Esa fuerza tiene también nombre de mujer, es la fuerza de la amistad que viaja a través del tiempo y el espacio, como la vida de las estrellas, para abrirle nuevos caminos.

La vida de Isabel es y ha sido la vida de muchas mujeres. Algunas escapan, como ella, otras no. Noelia Pena escribe su historia de forma fragmentada y compleja para que trascienda su carácter subversivo, el de una pequeña revolución personal, íntima, que es a su vez experiencia colectiva.