12/9/24
Eduardo Haro Ibars y la memoria de la contracultura
Cultura y memoria “a la contra” es un libro que recopila artículos publicados por Eduardo Haro Ibars en las revistas Triunfo y Tiempo de Historia, entre 1975 y 1982. Convertidas, al calor de la Transición, en iconos del antifranquismo, fueron barridas poco tiempo después por el impulso normalizador de la democracia liberal postfranquista. El Régimen del 78 quiso encauzar desde el primer momento todas las energías desatadas en esos años convulsos, incluida una contracultura surgida de las ansias de libertad y ruptura de gran parte de la juventud.
El término contracultura está envuelto hoy en día de un aura mítica. Es a la vez paraíso perdido y santo grial de quienes nos hemos sentido arrollados por un monstruo que todo lo devora, un capitalismo capaz de asimilar sin excepción, lo que crece a su sombra, en los márgenes o incluso a su contra. Queremos una cultura crítica, una cultura liberada de los yugos del mercado, popular, politizada, desatada, vanguardista y transgresora, plebeya, sensible, producida con esos mismos criterios. El término contracultura parece englobar en su totalidad unos anhelos imposibles en la era del algoritmo y la proletarización del ocio.
Pero contracultura fue también un fenómeno de época. A finales de los sesenta y principios de los setenta, se suceden movimientos de emancipación que cuestionan el poder establecido, en lo político, pero también en lo social, en el arte, en los usos y costumbres: los hippies, la internacional situacionista, el rock, el glam, el punk, la liberación sexual, las drogas para alcanzar nuevos estados de la conciencia. Tendencias contagiosas, como la revolución, formas de horadar los cimientos de la sociedad convertidas hoy en un producto de consumo.
Yo no creo que sea posible una contracultura en el siglo XXI, más allá de pequeños nichos de mercado donde la industria alternativa intenta sobrevivir, entre la disidencia tolerada y la nostalgia de lo que pudo ser y no fue. Entre ese tiempo y el nuestro media un proceso histórico, durante el cual se movilizaron fuerzas y recursos para vaciar de contenido toda expresión de disenso, un proceso de represión y asimilación alternadas, llevado a cabo por instituciones públicas y privadas con toda su maquinaria.
La trayectoria de Haro Ibars, poeta maldito y marginal, refleja unas contradicciones largamente olvidadas por el relato dominante. En sus textos periodísticos, Ibars no solo elabora una crónica directa y descarnada de los sucesos cotidianos en su deambular por las calles y bares de Madrid, también se revuelve, con rebeldía inconformista, contra una degeneración cultural auspiciada tanto por los sectores reformistas del régimen, como por la izquierda institucionalizada.
El libro está dividido en dos partes. En la primera se recogen algunas de sus colaboraciones en Tiempo de Historia, una serie de artículos sobre figuras esenciales del cine y la literatura, referentes de vanguardia, también del imaginario popular como Drácula o Julio Verne; de Oscar Wild a André Breton, del Dada al movimiento hippie, pasando por el surrealismo, el rock y el punk, el cómic underground y la poesía de la beat generation estadounidense. Consigue trazar así, de manera lucida y erudita, una genealogía del presente que le tocaba vivir: el rollo, la movida, la contracultura en su encarnación castiza.
En los textos de Triunfo, Ibars recurre a sus experiencias vitales, reflexiona sobre las transformaciones de la sociedad española desde los espacios más alejados del foco mediático y el poder político. Los barrios, los bares, la música, la violencia de extrema derecha, la descomposición de los sueños y esperanzas de una generación que él mismo denominó bífida: desde el antifranquismo clandestino hubo quien alcanzó cargos importantes en las instituciones y quien acabó pereciendo, víctima de la heroína o del SIDA, en la marginalidad y el olvido.
En este sentido, los artículos recopilados en el libro adquieren una doble relevancia. Testimonio del desencanto y a la vez prueba fehaciente de que no todo el mundo, como nos han hecho creer, comulgó con una Transición “modélica” que ni acabó con el régimen, como debía, ni trajo la democracia merecida. Algunas voces como la de Ibars resistieron hasta el último momento, desde los márgenes, reivindicando una cultura “a la contra”, una contracultura de la libertad frente al conformismo, de la creatividad, el placer y la diversión frente a la mercantilización, profetizando una nueva época de lucha militante.
Coherente consigo mismo y con su pensamiento, militó durante la década de los 80 en la LCR, hasta su fallecimiento prematuro en 1988. Queda su memoria, memoria de una época, pero, sobre todo, de un horizonte de posibilidades cuyas huellas la cultura oficial ha querido borrar. Los textos de Eduardo Haro Ibars nos ayudan a reencontrar caminos todavía transitables, aunque nos sea posible una contracultura como tal en el siglo XXI… o tal vez sí.